improvisaciones digitales/digital improvisations
colectiva permanente
2020

PERMANENTE
verano 2020


Una vez, vi un tweet que decía
“editar un Google Doc juntes es un acto más intimo que el sexo”
Vaya orgía ésta, pensó ella
-anónimo








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Somos un grupo de práctica corporal que insiste en la permanencia, la permanencia del encuentro. Un encuentro para permanecer en una, para permanecer en la misma. No en un sentido de inmovilidad, sino en un sentido de comunión,  permanecer en un mismo estado, en una misma frecuencia. Insistencia sobre el encuentro, insistencia en la existencia.


Exploramos la improvisación del movimiento en El Entresuelo, un espacio para el cuerpo y sus instintos. Nuestra praxis consta de horas sudorosas donde accedemos a diferentes herramientas de experimentación corporal para la composición escénica. Las estrategias para el entrenamiento se producen en función de potenciar los mecanismos corporales, la colectividad y el disfrute de las otras masas. Somos Permanente, un lugar constante, insistente y necio que ha madurado hasta convertirse en un encuentro crítico y desprofesionalizado para pensar el cuerpo desde lo afectivo, lo biográfico y lo político a través de herramientas provenientes de medios híbridos como el performance, la poesía, el teatro físico y la improvisación libre.


Desde marzo, a raíz de la contingencia, desplazamos la práctica física a la virtualidad. Hicimos sesiones de improvisación de movimiento a través de videollamadas. Fracasamos. Las pequeñas ventanas hicieron más presente la lejanía, y las herramientas con las que habíamos construido nuestro espacio se revelaron inútiles: la escucha, la copia, el robo, la imitación, la conglomeración, se volvieron todas obsoletas al estar contenidas en la retícula del video.

Buscamos otras formas de movimiento para acceder al encuentro. Intuitivamente nos dirigimos hacia la escritura. Jugamos, ligamos el dibujo con los trazos del cuerpo, escribimos narrativas distópicas e intentamos ejercicios de escritura automática. Aún así estas estrategias nos mantuvieron en una dimensión individual. Insistimos. 

La búsqueda de lo comunal a partir de la escritura nos llevó a ocupar el espacio del documento digital como territorio de movimiento. Usamos Google Docs, un procesador de palabras que permite a varios usuarios conectarse y editar el mismo documento a la vez. Nos encontramos dentro de la página en blanco, todas, con los cursores titilando como cuerpos calentando en el espacio. Nos pusimos a bailar. El estado virtual comenzó a mecerse en el cuerpo, conectamos de nuevo, el virus se convirtió en algo menos tangible, se olvidó, se manifestó lejos de aquí.


¿Y esto?




Es un texto, permanente, vivo, constante, movible, interminable e intervenible, sin fin. Siempre abierto para ser modificado.

Es un proceso.
No, forma parte de un proceso.
No es un todo, sino que es parte de un todo más grande. Eso, más bien es una pequeña fracción de lo que nos define, si es que existe algo que nos defina. 


La plataforma que ocupamos es un conducto para la eficiencia  pero no una herramienta de encuentro. ¿Qué sentido tendría este trabajo si fuera individual? ¿Qué peso tendría en  soliloquio? Ninguno. Nosotrxs trasladamos nuestros ejercicios corporales colectivos a un lugar diseñado para un individuo estático y su pantalla. Cuestionamos la existencia como asunto individual. 


Esto funciona porque la hoja siempre se está llenando por múltiples presencias. Un sinsentido por sí mismo no cuenta. Varios sinsentidos crean una nueva materia. Aquí participamos todxs, editamos juntxs, nos imitamos, nos repetimos, entablamos un diálogo que se traslada de lo reflexivo que implica la creación y edición de un texto, a lo intuitivo de la danza y la improvisación. Los formatos se traslapan y convertimos un espacio que glorifica al capitalismo moderno en uno íntimo, compartido, sensorial, comunal. Las yemas de los dedos son la última instancia de una corporalidad perdida.



¿Qué hay del otre que me seduce,
que me atrae,
que me hace vibrar,
que me somete,
que me convoca?


Es un baile a la distancia.


Sí, es la necesidad de dislocar eso que ya está bien establecido:


Los signos. Las palabras se vuelven pasos de improvisación, se deforman y transforman en gestos, o de repente en imagen, en la imagen que compone un cuerpo colectivo.



El documento no sólo es un nuevo territorio, es una prótesis de mi cuerpo.
Una prótesis que puede bailar con tu prótesis.
La prótesis es la representación de mi ser en el espacio.
La prótesis es mi dispositivo electrónico.
La prótesis es el cursor.


A modo de ritual, invocamos el sentirnos todxs juntxs en un cuarto. Invocamos los recuerdos de nuestros trazos. Invocamos la traducción, la resignificación. Nos invocamos a nosotrxs mismxs, una y otra y otra vez.


Somos
Somos la virtud del encuentro… en realidad ese es el motor,
no la estética del cuerpo individual,
tampoco la danza.
No es aprender a bailar o a escribir,
es querer aprendernos desde la masa, desde ese muégano.


Multiplicidad de cuerpas

                                                                             Multiplicidad de lecturas

Multiplicidad de puntos de vista

                                          Multiplicación de miradas

                                                                             Multiplicidad de direcciones

                            


Alterar y mezclar como práctica.

Alterar y mezclar como práctica.

Alterar y mezclar como práctica.

Alterar y mezclar como práctica.

Manifestarse de otras formas.

Manifestarse de otras formas.

Manifestarse de otras formas.

Manifestarse de otras formas.



El virus como catalizador de otras posibilidades,
de encuentros desde nuevas orillas.



Tercer Movimiento


La composición de signos y gestos en una página permite otro tipo de conciencia coreográfica a partir de la perspectiva “aérea” que no se tiene desde nuestros cuerpos. ¿Cómo imaginar este nuevo espacio en relación a nuestra concepción antigua del mismo, y cómo entrenar en él? Nos intriga saber qué será ahora del trabajo en parejas, frente a frente, los grupos de tres, el cardumen. El gran círculo energético que contiene a esos cuerpos que se animan a improvisar en el centro. 

¿Ahora cómo entrenamos las mecánicas de movimiento que tienen que ver con la caída, la suspensión, o el peso del cuerpo?

           ¿Cuál es el peso del cuerpo ahora?

¿Cuál es el peso de las palabras?

Si los cursores son nuestres cuerpes, los caracteres, las palabras y el contenido multimedia que depositamos son nuestro movimiento. Nos relacionamos por medio de las herramientas tecnológicas que ofrece esta plataforma para editar grupalmente. Tecnologías de amontonamiento.  Amontonamiento Amotinamiento digital.


Cultura digital

Ctrl + C

Ctrl + V

Ctrl + Z


La limitación física viene de la mano de un universo digital ilimitado: el buscador web, la cultura del meme, del mame, de lo irónico, del doble, triple, cuádruple sentido. Sentido multidireccional.  Vínculos mentales e hipervínculos multimediales.

La cultura digital nos sobrepasa.
La cultura digital es una reflexión de dónde estamos como sociedad global.

Los memes como artefacto histórico. Cápsulas temporales. El equivalente a un póster o a un anuncio de una revista antigua.
El meme nos permite componer en nuestro espacio a partir de la referencia del otro de una manera más clara. Escribir sobre la caída a partir de la caída de Edgar.

Referencias menos abstractas que nos permiten crear un mapeo de nuestros archivos, de nuestra memoria.

Sistemas de notación. Composición de gestos no físicos.







Incendiaries


¿Qué tan transgresores son nuestros gestos dentro de las acciones definidas para esta plataforma? ¿Será como tirar una pared o como lanzar una molotov? o cómo hacer un graffiti, cerrar una calle... ¿Será como bailar en la calle? ¿De qué sirve hacer esto? ¿A parte de jugar, es un lugar de resistencia? 


En realidad es ocio, laburamos/elaboramos desde ahí, no como tiempo libre, sino como tiempo elegido para ser ocupado colectivamente y en el encuentro.

En este punto de la historia en donde la tecnología significa más de la mitad de nuestra existencia, tal vez sea prudente tener en cuenta nuevas maneras de dar espacio a nuestros cuerpos.  ¿En función de qué?
Pues de eso que hemos estado escribiendo. Del encuentro, de la improvisación, de la potenciación de los sentidos, del tributo a la vida.

Esto es un texto que no concluye porque es un impulso, un pretexto para continuar con ese encuentro.

Seguimos construyendo.






Este texto se escribió completamente en conjunto con la práctica de la improvisación. Se editó en colectivo y todas las decisiones se tomaron de esa misma forma.

Camila Arroyo (México), Yorely Valero. (Colombia), Manuela Pizarro (Colombia), Laura Abad (Argentina) Ana. G. Zambrano (México), Ricardo Daniel (México), Ruby Brunton (Nueva Zelanda).